Revista Social Fronteriza ISSN: 2806-5913 | doi: 10.59814/resofro.2024.4(2)e256
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requiere de la articulación de estrategias pedagógicas innovadoras que fomenten la
participación activa de los estudiantes. El trabajo por proyectos, las salidas de campo, las
investigaciones científicas y el uso de tecnologías educativas son herramientas que pueden
potenciar el aprendizaje experiencial y la construcción colectiva del conocimiento.
2. El Ambiente de Clase: Superando las Brechas Estructurales
El docente, en su papel de mediador social, dialógico, laboral y formativo, guía y orienta el
desarrollo de los aprendizajes, sin ejercer una autoridad académica absoluta. En su labor, se
involucra en un entorno socioeducativo complejo, conformado por situaciones, vivencias,
identidades y personalidades interconectadas. Este cosmos socioeducativo no se concibe
como un mero conglomerado, sino como un sistema sinérgico, donde la huella cognitiva de
cada individuo determina su conducta, esencia y singularidad, dentro de un contexto de
convivencia armónica.
De esta manera, los docentes deben desarrollar una pedagogía que permita la participación,
la integración y la toma de decisiones para lograr un aprendizaje óptimo a través de “la
educación en red, donde el protagonista es la escuela y toda su realidad es la educación
social” (Pérez, 2011, p. 34). Según esta valoración, la formación está orientada a la
interacción simbólica, las actividades escolares son objeto de reflexión de la práctica
pedagógica, lo que requiere una participación consciente y una práctica que se adapte a su
realidad sociocultural.
Respecto a esta especificidad, Ruder (2001) sostiene que los docentes en ejercicio van más
allá de la mera práctica educativa, toman conciencia de su realidad y reflexionan críticamente
sobre su rol, logros y errores con el fin de reorientar su sistema introspectivo. Asume la visión
de mundo socioescolar, para comprenderlos, por tanto, no es sólo un acto administrativo o
pedagógico, sino un proceso de aprendizaje que interviene en las necesidades e intereses de
los estudiantes, caracterizado y guiado por el activismo identitario organizacional.
En esta extensión, la práctica pedagógica mencionada debe ser el medio científico que oriente
la mirada consciente de los docentes en cada momento de sus actividades de socialización.
De esta manera, Carballo (2002) considera que, desde la perspectiva de la integración
educativa, se deben utilizar métodos de enseñanza flexibles que orienten el proceso de
aprendizaje a la interacción sociopedagógica, con el fin de crear un aprendizaje único, lleno
de significado, trascendencia y significado práctico desde la lógica.